sábado, 29 de enero de 2011

Stephen, The King


Desde que estoy en paro me da palo todo.

Porque vivo con alguien que sino, ni me ducharía.

Que nadie se lleve a engaño o sufra por mi: no, no estoy deprimida. Ni desesperada. Ni me aburro. Estoy como esas parejas modernas que no usan ningún método anti-conceptivo y dicen eso de: "si viene bien, pero tampoco lo buscamos". Pues eso. Si me llaman para un curro, guay, pero sino, yo no voy a estar enviando currículums a nadie.

Con la pereza pegada al cerebro casi se me olvida que hace un par de años me dio por emprender la carrera de escritora en ciernes. Me di de plazo 10 años para publicar y me propuse aprender y practicar al máximo. Entre mis asignaturas inventadas tengo el leer manuales de escritura creativa. Y después de más de dos docenas de ellos tengo el placer de presentar el mejor que he leído hasta la fecha:

“Mientras escribo” de Stephen King.

sí, sí, de Stephen-King.

Me da que si algún día publico, será como mucho en el Cosmopolitan. Ahora bien, fijo que me leen miles de lectoras encandiladas que ansiosas, comprarán el siguiente número en busca de más tonterías mías. Porque mis chorradas son 100% verdad. Como las del bueno de Stephen. Supongo que por eso me voy corriendo a leer Carrie y dudo que ni cobrando, me leyera el del último o penúltimo premio Nobel, que por cierto, ¿quién coño es?

El tipo se marca el manual más divertido, adictivo y práctico que ahora mismo existe. Sí, es cierto que los hay con más poética, como el de Ray Bradbury, o encaminados a desatascarte, como el de Julia Cameron, pero este es diferente, porque es útil.

La primera parte va sobre su vida. Una infancia dura y pobre de las de verdad y muchas ganas de hacer algo divertido marcan a un joven Stephen King empeñado en leer ciencia ficción chunga e imitarla. Viene a decir que es vital la práctica y pasártelo bien. Y que oye, para gustos, colores.

La segunda parte la dedica a dar consejos con nombre y apellidos, tan buenos como que por favor, escribas tal como eres tú, con tus palabras, que no te enrolles, que dejes la parte de imaginación que corresponde al lector intacta, es de él no tuya, que no uses adverbios acabados en mente, ni la voz pasiva, que no te drogues y que dejes descansar la primera versión mínimo 6 semanas en un cajón. Para el éxito total da una fórmula: 2ª versión= 1ªversión - 10%.

Da otros consejos que son obvios si ya escribes, pero por si las moscas te los apunto: ten un sitio para escribir sin interrupciones, márcate una rutina de x horas al día y que pases olímpicamente de los cursillos de escritura creativa, que son un pasto de bloqueo creativo.

En la tercera y última parte, explica el accidente que tuvo en 1999. Un desgraciado de la yanquilandia profunda lo atropelló y le rompió la pierna por nueve sitios. La cadera. Cuatro costillas y la rótula de la otra pierna. Casi no lo cuenta. Y es que esto es la vida, y no un ensayo general como decía Wilde. Estás tan ahí en la narración que yo, casi lloro.

Su libro me ha gustado por lo útil pero sobretodo por el retrato que hace de él mismo. Llano y sincero. Transparente. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. Tan cercano resulta que dan ganas de llamarlo al acabar el libro y quedar con él para hacer unas birras.

Así que muchas gracias Stephen King. Por dejarme meter en tu vida y hacerme pasar un día estupendo. Gracias también por compartir lo que sabes y explicármelo de un modo tan ameno. Te deseo lo mejor y lo dicho, te debo unas copas.



Otros libros manuales que molan (pero no tanto como este):

Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury

El camino del artista, de Julia Cameron

Por cierto, el "Mientras Escribo" está descatalogado, pero se puede conseguir vía iberlibro.com de Argentina a un precio muy razonable.


domingo, 16 de enero de 2011

Cosas que pasan a partir de los 30


Esto son verdades objetivas, y quién lo niegue, no tiene aún 30 años.

Los 30 no son los nuevos 20. Ni ahora viene lo mejor. A los 30 se acabó el plazo para estar perdido. Hacer el vago. Vivir del cuento. La politoxicomanía tres días a la semana y perder el tiempo sin que sepa mal. Ya no cuela. A partir de los 30 eres un looser si haces eso.

En breve dirás adiós al tabaco. A los porros y al zumo de fruta barato. Es un cambio interior pero sobretodo, físico: tendrás tus primeros lumbagos, un nuevo michelín que ya no te abandonará y un aumento de dioptrías. Dejarás de salir por las noches, y no por dinero, ni madurez ni aburrimiento, no, por dolor del bueno. Lo que antes era un ligero dolor de cabeza al mezclar vino y gin tónic, dará paso a una resaca infernal. Beber una copa de más o mezclar guarradas de marca blanca será equivalente de un dolor de cabeza tan agudo que desearás que te la amputen. Parpadear o respirar será un suplicio durante 12 horas si osas emular a tu yo nocturno en sus mejores épocas.

También se acabó la nicotina. A partir de los 30 sabes que llevas más tiempo inhalando humo que oxígeno. Es el punto de no retorno y hay que escoger un lado de la balanza: ¿cáncer a los 50 o abuelillo que juega al golf hasta los 80? Los dientes negros, las manos amarillas y el aliento a cloaca harán el resto del peso para el balance definitivo.

Pero no todo son malas noticias. A los 30 se folla más. Y mejor. El número de solteras es alarmante, y a esa edad las manías, y sobretodo, el listón, son nulos. Si eres hombre, te pondrás las botas. Si eres mujer, también. Por fin aguantarás mucho, y no temerás en pedir, gemir o repetir. Adiós al pánico escénico. Hola al multiorgasmo!

El dinero y el trabajo también están ahora de tu lado. Aleluyah! A ver, no te engañes: si no has triunfado ya, o lo haces en breve u olvídate. Pasarías a ser “un profesional más” que tampoco está mal, por lo menos no has acabado en un super. Los años son sinónimo de experiencia y los jefes no tienen los huevos de ofrecer nada por menos de 1.500€ a un treintañero/a. Tampoco tú podrías aceptar un sueldo inferior ya que el alquiler, el médico del lumbago, el gimnasio y llevar a cenar a tantas mujeres por ahí requiere unos ingresos mínimos.

Disfrutarás de paz interior porque estás más centrado. Y equilibrado. Es normal, tantos años con uno mismo llevan a conocerse mejor, y como bien es sabido, el roce hace el cariño. Así que por una cuestión de habitualidad, nos queremos cada día más y procuramos darnos lo que necesitamos.

A los 30 se esquivan los imbéciles que da gusto. Por el mismo motivo de antes: experiencia y amor propio.

En resumen: hacer la treintena está bien. Es un buen momento para reflexionar, mirar atrás, adelante, y tomar medidas sobre lo que queremos de la vida con energía y buen humor.

Así que celébralo, por todo lo alto además; piensa que al año siguiente, empieza la carrera hacia los 40.