lunes, 22 de agosto de 2011

La Bridget Jones de la Movida.

No recuerdo la última vez que me puse tejanos. Bueno, MIS tejanos. Ésos que tardé dos meses en escoger después de un arduo casting por todas las tiendas de la ciudad. Una obra de arte hecha en denim de 180€ de la cual debería haber comprado otro modelo dos tallas más grande, porque estoy harta de llevar falda cada día.

Cuando bajo las escaleras para salir a la calle noto cómo se mueve arriba y abajo el volumen de mi tripa.

No sólo no he llegado a la operación bikini, sino que hasta los bañadores me quedan pequeños.

Evito mirarme en un espejo de cuerpo entero.

No me apetece mucho salir de casa.

A las dos de la mañana hace por lo menos dos horas que duermo. Fines de semana incluidos.

Casi un año sin fumar.

8,5 kilos de masa corporal añadida que actúan como una capa de grasa que tiene el súperpoder de hacerte invisible.

Y un aburrimiento supino.

Estos últimos meses he estado “concentrada en mi carrera”.

Hasta la semana pasada.


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La semana pasada decidí que ya estaba harta de aburrirme.

En paralelo también pensé que llevaba 3 meses SIN y que a ese ritmo de inapetencia y desinterés en el género masculino iba a pasar un par de años de NÁ. Dos reflexiones más tarde llegué a la conclusión que no podía ser sano no tener deseo sexual: es contra-evolutivo. Anti-natura. Un ego suicidio. La no-vida.
Seguí por ese camino mental y llegué a un punto esclarecedor, una nueva vía, algo que Fellini ya nos había enseñado películas ah. Que comer da hambre. Dormir da sueño. Follar da ganas de más sexo.

También estos últimos meses he reflexionado sobre estar delgado. En la mierda de comida que hay. En la tendencia que tenemos (tengo) al todo fácil y rápido. Mucha gente delgada que conozco es gente que piensa lo que come. Que tiene energía. Que se respetan. Mastican despacio y tienen moderación con los alimentos.

Ese masticar despacio y esa moderación me llevó a pensar en la ansia. ¿cómo coño masticar despacio si tienes ansia? Por culpa del ansia he bebido, fumado y comido sin control toda mi vida: para llenar ese hueco infernal que parece que te chupe hacia dentro.

Y entonces caí en la solución a todos mis problemas. El camino de vuelta a mis tejanos. El remedio para no implosionar. El antídoto definitivo para la apatía vital.

La panacea.

Chán, chán..

Sudar.

Sí, sudar.

Hacer deporte.

Adelgazar, vaya.

Pura termodinámica. Matemáticas de las de primero, sumas y restas.

En resumidas cuentas si estás gorda es por que quieres. Y si no follas es porque quieres.

Se acabó mirar la vida desde el sofá.

¡Adiós capa de invisibilidad!

¡Hola lujuria!

En el siguiente capítulo de La Bridget Jones de la Movida: “Manos a la obra. De ballena azul a manatí”.