martes, 29 de diciembre de 2009

Sabiduría

La persona más sabia que conozco es una mujer. No pasa de los 35 años. No ha estudiado ninguna carrera. La ha criado una monja. Trabaja de cocinera.

La persona más sabia que conozco también es la tía más buena que he visto en mi vida.

No recuerdo dónde leí que conocimiento era el entender algo, y sabiduría el aplicarlo.

Cuando conozco a un chico que me gusta mucho, procuro no tardar en presentárselo. A mí las emociones me ofuscan el raciocinio, así que me gusta saber su opinión.

El último que me tenía entusiasmada también me tenía confundida. Muy inteligente, lingüista, mucha fachada, y poca experiencia con mujeres.

Recuerdo que lo vió, cenamos, y cuando terminamos, fuimos al lavabo y me dijo lo siguiente:

- Es un pardillo. Bastante gilipollas. Si te gusta, le tienes que dar mucha caña.

- ¿Cómo se da mucha caña? inocente yo, pregunté.

- Tienes que pensar en un perrito. Son muy monos, y te gustan mucho, pero has de ser dura e inflexible y enseñarle dónde pueden mearse y dónde no.

No le hice ni caso.

No funcionó y además me quedé bastante jodida. Aprendí varias lecciones vitales.

El otro día la llamé. Esta vez me fui con la libreta y el boli mentales.

- Vale, tenías razón. Le dije.

- Ya lo sé.

- ¿Hay algo que me pueda servir en general con los hombres?

- Claro. El secreto, es tratarlos a todos mal.

- Buf, yo no creo en eso, no soy así. Si me gusta, me gusta mucho. ¿Además, que es tratar mal?

- ¿Sabes cuando le gustas a alguien y a ti no te interesa y sin quererlo pasas olímpicamente de él y haces lo que te da la gana y él siempre está ahí esperando e insistiendo?

- Sí. Alguna vez me ha pasado. Pero ha sido sin querer.

- Bien, pues así con todos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jo conec una dona molt més sabia. Tu. M'agraden molt més les teves teories, que crec que en breu podrem veure aquí...yuhu