Busco “vacaciones” en la Wikipedia y en la Rae: es un término que se define por su contrario, es decir, “vacaciones” es el período remunerado de asueto que tiene un trabajador para que sea más rentable y productivo el resto del año. Varía entre nada y 25 días por año trabajado según el país y el empleador.
Leo también que hace un siglo las “vacaciones” las prescribía el médico, tanto su duración como el tipo. El lector de novelas seguro que recordará ese momento en el cual el protagonista tenía que partir unos meses a un clima más cálido tipo Egipto, debido a su frágil salud.
Llevo tres semanas en paro y cada vez que cruza mi mente la pesadilla de que tarde o temprano tendré que volver a trabajar y de que mi tiempo vital tendrá dueño, se me gira el estómago. Con lo tranquila que estoy.
Trabajar para otro me recuerda la cantinela que se da en la oficina en Navidad: <
“Vacaciones” además, es una palabra trampa. <
No sé si más gente se ha dado cuenta, o igual sólo está en mi cabeza, que como no la tengo ocupada con grandes responsabilidades, queda sitio para “tonterías” como esta, pero las clases sociales en la actualidad han cambiado, ahora hay 3, así, a grandes rasgos: los pobres, los ricos y los borregos.
- Cobrarás mil trescientos euros al mes, harás lo mismo cada día 8 horas, irás justito como todo el rebaño y disfrutarás de 22 días de maravillosas vacaciones pagadas.
- ¡Beeeeeeee!¡Beeeeeeeee!
- Además las harás en agosto como todo el país que es cuando hay menos productividad.
- ¡Beeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
Qué cómodo ser una oveja: Te pones en la fila, te dan un cacabel de esos de oveja y ale, ¡a dejar la mente en blanco!
Yo he sido oveja también, bien negra eso sí, pero he estado en el rebaño. Y puedo asegurar que la nulidad mental crea adicción: es lo normal. Te sientes parte del grupo. Socialmente aceptado. Engancha casi tanto como compartir la cama para dormir. Peligrosísimo.
Solución: propongo quitarse el cencerro, saltar la valla, hacerse una buena esquilada y empezar una vida responsable. Por cuenta propia vendiendo la leche de uno, o si es para un pastor, sin vacaciones, fuera del rebaño, acordando un precio y un horario realista por las contraprestaciones requeridas.
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