lunes, 1 de febrero de 2010

Ana Bolena

Ana Bolena nació en Inglaterra en 1501, en el seno de una familia casi aristocrática. Su padre, un talentoso político políglota, era el diplomático favorito del rey Enrique VII, que lo mandaba contínuamente a misiones en el extranjero.

En esa época, el rey, aunque estaba casado, podía tener todas las amantes que quisiera, y era un honor contar con tal atención. La hermana de Ana, la dulce María, fue una de sus amantes, incluso la dejó embarazada y luego la dio a un conde para que se casara con ella y atendiera al hijo como suyo. Ana, mujer que describen como esbelta, de larga cabellera negra y elegante, fue destinada a la corte, y el rey, cómo no, se fijó en ella.

Pero la tía, que era muy lista, lo mantuvo a dos velas sin dejarse tocar ni un pelo alegando un amor supremo que merecía una atención exclusiva. En esa época se debía ser de lo más inteligente y diva para no dejarse tomar por el rey.

Ella, erre que erre, estuvo revoloteando y dando negativas que seducían al rey durante 5 años, hasta que éste, desesperado, le preguntó qué podía hacer. Ella dijo que quería ser su esposa y darle el legítimo sucesor que esperaba. El rey pidió entonces la anulación de su matrimonio a Roma en un momento políticamente inestable. Cuando se lo denegaron, ella convenció al rey de que tenía que ser él la máxima autoridad en la Iglesia, y que para ello debía abrazar la corriente luterana, o sea, protestante de la Iglesia. Dicho y hecho. Inglaterra pasó a ser protestante, Enrique se separó de Catalina, la mandó a ella y a su primogéntia a tomar por culo porque Ana no podía ni verlas, y se casó de nuevo. Hete aquí el primer divorcio legal de la historia.

Primera lección: si un hombre está realmente interesado, moverá el cielo por follar contigo.

Ana Bolena fue una mujer de armas tomar. Se metió en política, su familia ascendió a noble y el rey estuvo una temporada sin amantes. Inglaterra iba la mar de bien.

Pero pasó el tiempo, y no tuvieron hijos varones. El rey entonces se encaprichó de Jane Seymour, otra, y para deshacerse de su inteligente esposa se inventó un rollo de incesto y adulterio. De Ana no se divorció, sino que la mandó ejecutar.

Segunda lección que extraigo: el que es faldillas, es faldillas toda su vida.

1 comentario:

Barcelona Nit d'Estiu dijo...

me encanta Ana Bolena casi tanto como tus conclusiones.